Formación
Aire fresco en Edificación
Desde 2009 el alumnado de Ingeniería de la Edificación compagina trabajo de campo en administraciones públicas y empresas privadas, con sus proyectos fin de grado
Una de las preocupaciones históricas del alumnado universitario, es saber aplicar los conocimientos adquiridos en sus años de estudio a la realidad laboral, incertidumbre que degenera en la percepción del egresado de que ha perdido el tiempo en su paso por las aulas universitarias. Se trata de un mal endémico que el profesorado ha detectado hace décadas y que quieren erradicar. En el Grado en Ingeniería de Edificación, un grupo de docentes se ha puesto “manos a la obra” y decidieron conectar las asignaturas Prácticas Externas y Proyecto Fin de Grado, o lo que es lo mismo: desarrollo de un trabajo de campo en una empresa real y la posterior elaboración de un proyecto final, para solucionar esta inseguridad.
“Se nos ponen los pelos de punta cuando el alumnado culmina sus estudios y nos dice que cuando consiga trabajo comenzará a aprender”, lamenta el equipo de profesores implicado en este modelo formativo. Aseguran que “en esta frase hay desconocimiento, ya que cuando salen de la facultad tienen una formación importante que no han descubierto aún”. Desde su punto de vista, esta creencia entre el estudiantado responde a que “se han formado de manera sectorial por materias, y no han tenido la oportunidad de unificar todos estos conocimientos para ponerlos en práctica”.
Es por esto que idearon un modelo que “no se trata de una actividad más de clase, sino que intentamos que el alumnado se enfrente a las exigencias laborales que existe en la calle y afronte problemas que se encontrarán en el ejercicio de su profesión, antes de que concluyan sus estudios”, explican los docentes: Basilio Gómez Pescoso, director de la Sección de Arquitectura Técnica y coordinador de la asignatura de Prácticas Externas; Juan José Saavedra Gallo, subdirector-coordinador de Calidad de la Sección de Arquitectura Técnica y coordinador de la Asignatura de Proyecto Fin de Grado; Francisco Gutiérrez García, del departamento de Técnicas y Proyectos y Walquirio González González, coordinador del POAT de la sección.
La facultad ha firmado convenios con la práctica totalidad de los 31 ayuntamientos de la Isla, Cabildo o Autoridad Portuaria
La idea es reunir todas las capacidades que el estudiantado ha adquirido en los años de formación y desarrollarlas durante el último curso. Para ello se sigue la metodología de trabajar durante el primer cuatrimestre la asignatura de Prácticas Externas, con los proyectos reales que han presentado empresas privadas o administraciones públicas a la Universidad.
Han de diseñar un proyecto de ejecución de una obra existente con toda la planificación previa que ello conlleva: tramitación de expedientes, suministros básicos (luz, agua, gas). El último cuatrimestre se dedica a desarrollar la propuesta con la elaboración del proyecto dentro de la asignatura Trabajo Fin de Grado.
Inicio
La coordinación entre ambas asignaturas comenzó en el curso 2009-2010, inicios que los profesores califican de “complicados” ya que no existía una experiencia previa similar. Que fuera en el año 2009 cuando esta propuesta comenzara a funcionar no es casualidad. Se trataba de un momento en el que la crisis estaba causando verdaderos estragos en los sectores de la construcción e inmobiliario, por lo que estos docentes recuerdan un duro trabajo recorriendo cada administración de la Isla, para conseguir su implicación y la firma de acuerdos.
Proyecto Arquitectura 2A fecha de hoy hay convenios con la mayoría de los 31 ayuntamientos de la Isla, el Cabildo de Tenerife o la Autoridad Portuaria, así como numerosas empresas privadas, que han acogido a este alumnado en sus prácticas externas. Según los docentes, el nivel de satisfacción de todas estas entidades es alto, hasta el punto de que demandan más estudiantes para sus proyectos de los que la Sección de Arquitectura Técnica puede asumir. En este sentido, en el curso 2014-15 presentaron 45 proyectos.
Seis años más tarde no sólo juzgan positivo este modelo sino que cumple con sus objetivos. “La experiencia ha sido fantástica, afrontada con ilusión, mucho apoyo y buena actitud por parte del alumnado, que tienen en su contra los pocos meses de los que disponen para elaborar el proyecto”, pero que sin embargo les ha servido para asumir responsabilidades.
Un proyecto.
En los seis años de trayectoria, se han trabajado numerosos proyectos fin de grado, 21 de los cuales corresponden al curso 2014-2015 cuyos volúmenes forman parte de una exposición que ha estado abierta durante el periodo lectivo presente, en la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería, Sección de Arquitectura Técnica.
Una de las propuestas consiste en la demolición de tres edificios y la construcción de un nuevo inmueble de viviendas, al tiempo que urbanizar la parcela, en las calles Puerta Canseco, Juan Padrón y Carmen de Monteverde en el municipio de Santa Cruz.
En este caso, el alumnado dedicó los cuatro primeros meses al trabajo de campo: documentarse mediante la recopilación de datos como el levantamiento de las edificaciones a demoler, tomar fotografías, medidas o diseño de planos. Posteriormente, desarrollaron el proyecto de ejecución en base a los planos y al diseño de las futuras viviendas entregadas por la empresa promotora. La labor del alumnado consistió en disponer de todo lo necesario para que el inmueble sea habitable.
Alumnado
Carolina Hinarejos Gabriel, Ana Pérez García, José Manuel Cabello Reyes y Sheila Martínez, conformaron el equipo que desarrolló este proyecto, con el que concluyeron sus estudios de grado de Ingeniería de la Edificación el curso 2014-2015 con la máxima calificación.
Desde su punto de vista, este método es positivo, pues consideran que terminan lo suficientemente preparados “con los conocimientos necesarios. Nos da la experiencia que precisamos para ser más autónomos en el desarrollo posterior de un trabajo”, manifiesta Sheila Martínez.
A mejorar.
No obstante proponen mejoras en algunos aspectos como ampliar su duración. Desde su perspectiva un cuatrimestre es escaso para “el elevado volumen de trabajo” que supone la redacción del proyecto. Se quejan de que tuvieran que presentar su TFG en septiembre para poder tener más tiempo para elaborarlo, cuando su intención inicial era defenderlo en junio, “pero queríamos entregar un buen trabajo con el que optar a la mejor nota y en cuatro meses no podíamos conseguirlo”.
Los/as estudiantes se quejan de que: «un cuatrimestre es un tiempo escaso para el elevado volumen de de trabajo que supone un TFG»
A su juicio el problema parte de que “la carrera debería tener un enfoque más práctico que teórico, ya que sales con muchos conocimientos que se difuminan, y el plan de estudios sólo contempla la asignatura de Prácticas Externas como la única en la que se hace un verdadero trabajo de campo, por lo que no nos enfrentamos a una obra real hasta el final”.
Por otra parte, reclaman algún tipo de ayuda económica o mejora en la estrategia del servicio de reprografía, en el momento de imprimir los documentos del proyecto. Presentar esta cantidad de información en formato papel “requiere de un gran coste económico” ya que su propuesta incluía 200 planos. “La Universidad cuenta con un servicio al que podemos acceder, previa solicitud de cita, pero sólo nos dan una hora, tiempo que resultó insuficiente, por lo que tuvimos que imprimirlos fuera”.
Pros.
Pese a todo, las/os cuatro alumnas/os manifestaron sentirse satisfechas/os de la nota obtenida así como de los elogios y felicitaciones recibidos por el tribunal calificador “ya que reconocieron un trabajo bien hecho. Nos sentimos orgullosas de nuestro proyecto porque podemos aplicar todo lo aprendido en algo que se hará realidad. La intención es que algún día ese proyecto se ejecute”.
Califican de “buena” la experiencia de la labor en equipo, en el que lograron coordinarse y resolver democráticamente los conflictos que surgieron, votando las soluciones.
Califican como «buena» la experiencia del trabajo en equipo, en el que resolvieron democráticamente los conflictos que surgieron.
En cuanto a la valoración que realizan de los tutores de prácticas externas (persona designada por la empresa promotora para tutorizar al alumnado), piden un mayor compromiso, mientras que elogian la implicación del profesorado de la ULL.
Competencias aprendidas.
El equipo tenía claro que para labrarse un futuro en este sector hay que dotar a los proyectos de “aire fresco”, innovar y humanizar lo ya existente. “Intentamos dar a nuestro proyecto un enfoque bioclimático, -aseguran- ya que el documento diseñado por la empresa era muy convencional”. La idea era “intentar que el edificio fuera autosuficiente, mediante el uso de energía solar con la instalación de placas fotovoltaicas en la azotea y la fachada”.
Sin embargo se vieron obligadas a desistir en esta propuesta pues dieron prioridad a la realidad social. “Llegamos a la conclusión de que era inviable, al ser un edificio de cuatro plantas y un bajo con locales comerciales, lo que supone un alto consumo”, a lo que se añade su ubicación “en una esquina entre calles estrechas con escasa insolación, que obliga a invertir en energías renovables y en materiales para alcanzar la eficiencia energética, que los vecinos propietarios no podrían permitírselo, dada la situación actual”.
Conflictos profesionales.
El profesorado por su parte aplaude la labor de campo desarrollada por el grupo de alumnado de este proyecto. “La empresa promotora del mismo, dispone de un diseño propuesto por un arquitecto, y estas estudiantes han dispuesto todo lo que necesita el inmueble para que sea habitable”. En este punto, los docentes insistieron en subrayar que “este modelo de TFG y Prácticas Externas, no entra en conflictos competenciales con las empresas, ya que nuestra propuesta complementa el trabajo que desarrollan los/as profesionales”.
“Nosotros le entregamos el proyecto a la empresa que nos lo solicita, luego ellos harán lo que consideren oportuno”, manifiestan para explicar que la propiedad intelectual del documento que entregan a los promotores, pertenece al alumnado y no a la universidad. En el caso de que la empresa constructora o administración pública, quiera ejecutarlo “será un profesor o profesora universitario/a el que asuma esta responsabilidad”.
Compromiso social.
“Nos preocupa mucho los/as profesionales que formamos en la universidad y que vamos a entregar a la sociedad”, es el argumento en el que se asienta esta metodología formativa y que demuestra el compromiso social de este equipo docente. “Queremos que la sociedad sepa que trabajamos para mejorar, y que el y la profesional salga lo mejor preparado posible”.
Desde este punto de vista están seguros de que “los y las estudiantes van a estar en mejores condiciones de cubrir las necesidades que se le planteen cuando ejerzan su profesión, se sentirán más integrados y menos preocupados por sus capacidades”.